El conocimiento sobre los materiales actualmente disponibles para ser utilizados en la reparación y/o sustitución ósea es la clave para su aplicación clínica tanto en el hueso maxilar y la mandíbula como en el resto de huesos y articulaciones del cuerpo humano. Del mismo modo el constante estudio de los factores de crecimiento nos permite avanzar en la terapia de osteoinducción mediante tratamiento genético.
La necesidad de tratar defectos óseos de diferente etiología, magnitud y localización ha provocado la búsqueda incesante y el desarrollo de biomateriales que sean capaces de sustituir al hueso (injertos aloplásticos). Así pues encontramos sustituos óseos de otras especies animales (xenoinjerto o injerto heterólogo) de origen bovino, porcino, equino,…(desantigenados por vía enzimática, colagenados, eterilizados con rayos beta, con cristalinidad baja y un balance óptimo entre calcio y fósforo comparable al hueso humano).
A pesar de la morbilidad que pueda ocasionar su obtención, el autoinjerto del propio paciente o injerto óseo autólogo sigue siendo el mejor aporte de hueso individualizado para cada paciente.
Los bancos de hueso humano (injertos óseos alogénicos), aportan hueso de otros individuos y permiten resolver gran parte de las necesidades actuales, pero conllevan una dificultad médico-legal, de infraestructura y un coste económico alto.
El sustituto óseo ideal debería ser capaz de seguir formando nuevo hueso (osteogénico), que no genere niguna interferencia con los tejidos del organismo (biocompatible), con mínima capacidad de ser reabsorbido, sin riesgo de transmisión de EEB, que proporcione el soporte estructural necesario y pueda vehiculizar otras sustancias (osteoconductor), que sea fácilmente utilizable en clínica y con una adecuada proporción coste-beneficio.